Mañana comenzamos a recoger a los ponentes y cardenales que van a participar en el Congreso homenaje a Juan Pablo II. Yo personalmente, todavía estoy recuperándome de las IX Jornadas Internaciones de Caridad y Voluntariado, pero pensar en este nuevo reto y, sobretodo, el próximo e inminente viaje a Perú con 30 voluntarios, alumnos y profesionales de la Universidad, me da un impulso renovado en esta tarea tan preciada que es la evangelización. Yo siempre quise evangelizar, para mí la Iglesia no existe -como bien decía Pablo VI- sin evangelizar, y todo esto a mí me da vida a la vez que da vida a los que me rodean. Además, sigo bien inmerso en la atención a las comunidades neocatecumenales de mi parroquia. No estoy con ellas todo el tiempo que quisiera, pero los hijos, sobretodo en las familias numerosas, deben saber compaginar el cariño de los padres y entender que no sólo un hijo puede acaparar todo el afecto del padre o la madre. Pero me encanta como avanzan y crecen en la fe.
Como un elemento transversal en la evangelización universitaria están las clases de Ética y Teología y los seminarios de Ciencias Religiosas, donde compaginamos el saber científico con la experiencia de fe: el estudio teórico y la práctica de los sacramentos. Ya mis alumnos forman parte de una gran familia donde, no sin trabajo, y sin agotar el tema, me voy aprendiendo los nombres de los miles y miles que pasan delante de mí en las clases, seminarios y convivencias. Son maravillosos y tienen bastante paciencia. La verdad es que a mí personalmente me gustaría ofrecerles todas las infraestructuras e instrumentos que necesitan para su trabajo diario, y aun consiguiéndolo en gran medida, hay que avanzar para que no les falte de nada, por lo menos de lo más necesario. Aun así, lo más importante en un educador es poder entregar la propia vida por sus alumnos, y ese es mi empeño.
Hoy muchos que han terminado sus estudios están ya en sus puestos de trabajo y han formado una familia, de alguna manera la Universidad también se ha quedado en un trozo de su corazón, formamos ya parte de sus vidas. Dios les cuide y les proteja en sus caminos.
Ahora, con mis alumnos de psicología estoy repasando mis estudios sobre algunas materias, y concretamente sobre la ética. La correlación ética-psicología es un asunto interesante, les veo atentos, con ganas de aprender y también de ser escuchados. Esto es muy importante en la docencia, sobre todo en las ramas de las ciencias humanas: que el alumno sienta que en cualquier momento puede intervenir y correlacionar sus pensamientos con los del profesor, en una apertura que siempre ha sido muy natural en la universidad. Yo, personalmente, estoy muy contento de estar con ellos y veo que tienen inquietud por la ciencia. Se ven “pequeños responsables”, por el momento, de una tarea más ardua que después tendrán que desarrollar y donde estarán considerados como “grandes responsables” ¿no es maravilloso?