Convivencia “La fe y el sentido de la vida”

Del 31 de enero al 2 de febrero he estado con 50 alumnos de la UCAM en una convivencia de fin de semana. La Convivencia se inscribe dentro del plan de formación en la fe que realizamos en la UCAM. Llevamos ya varios años haciendo este tipo de convivencias y los resultados son altamente satisfactorios. Se hacen tres convivencias: La fe, La esperanza y la caridad, en grupos de unos 50 alumnos. La reflexión personal, las dinámicas grupales, la oración, la conversación personal, la confesión y la eucaristía son las actividades que se realizan en estos encuentros.
La experiencia es muy buena para los jóvenes que quieran realizarla. Ahora tenemos lista de espera de universitarios que nos han pedido participar en las mismas.
La verdad es que es una gracia inmensa poder ayudar a los jóvenes.

Seminario de Gaudí en Barcelona

El fin de semana del 9 al 11 de enero de 2009 he estado con alumnos de Arquitectura y de Ingeniería de la Edificación de la UCAM en un Seminario sobre la obra de Gaudí en Barcelona. La verdad es que, ver y pensar las obras, y lo que se trasluce del espíritu de Gaudí, es siempre enriquecedor, no obstante quiero en este momento resaltar la estupenda compañía de los 38 alumnos con los que tuve la ocasión de realizar el seminario. Ni el previsible mal tiempo anunciado –que luego no fue tanto- ni las pequeñas incomodidades que nos pudimos encontrar nublaron la riqueza de la convivencia y del contenido académico del seminario. Allí estuvieron: Sara, Vicente, Leonor, María Eugenia, David, María, José Alberto, Juana Pilar, María Pilar, Ángela, Dulce María, Juan Antonio, María Ángeles, Natalia, Joana, Pablo, Tomás, Matías, María Victoria, Marta, Lidia, Víctor Jesús Alberto, Isabel, Álvaro, Víctor Jesús, Javier, Adriana María, Carmen Alicia, Jaime, Elena, Gonzalo Daniel, Manuel Marcos, Blas, Daniel, Rosa, Mateo.
Visitamos la Casa Batlló, las Ramblas, la Plaza Real, las Farolas de Gaudí, el Museo Gaudí, el Palacio Güel, el Park Güel y la Sagrada Familia, escuchamos a los arquitectos Joan Basegoda y José Manuel Almuzara, a los que invité a visitar la Universidad Católica San Antonio.
En fin, un seminario muy completo: los alumnos andaluces animando, el grupo de de cartas en lo suyo, bastantes se atrevieron a bañarse en agua fría (puesto que la caliente tardaba bastante en salir), Victor se llevó el premio a la sabiduría…
Ahora, recuperando el ritmo normal, retomamos las clases, pero ya no es lo mismo: ahora nos conocemos un poco más.

la comunicación como forma de relación

Siempre me ha impresionado la historia de la niña sordomuda Helen Keller y su alma comunicativa: Anne Sullivan. Si la historia de Helen enseña algo, como muy bien han descrito la antropología, la psicología y la teoría de la comunicación, es que el ser humano no puede vivir sin relacionarse. Aunque esto, ya mucho antes, lo señalaba el libro del Génesis: “no es bueno que el hombre esté solo”. Esta afirmación describe al hombre como ser social, pero entendiendo esto en toda su profundidad ontológica: si no es bueno que el hombre esté solo es porque su mismo ser es trascendente, comunicativo, relacional. De otra forma podríamos decir: "es bueno que el hombre esté en relación". Este “estar en relación” es algo más que vivir en el mismo lugar. Infinidades de veces me he encontrado con personas que viven junto a otras pero están solas. Es decir, la relación propia del ser humano no es sólo “estar junto a”. Hay personas que se sienten solas porque a nivel profundo no se pueden comunicar, y comunicarse a nivel profundo significa que hablamos un mismo lenguaje y, por lo tanto, entendemos lo que nos decimos. Esto no es fácil, pero si no se da, no se puede experimentar lo que significa estar con otro. Por otra parte, esta relación no se puede reducir a “dialogar”. Si el diálogo no hace al otro un compañero de camino en busca de la verdad, el diálogo -en este caso- separa más que divide.
Por lo tanto, sería bueno, al principio de este año, vivir como seres relacionales pero sin quedarnos en esteriotipos externos: que haya gente junto a mí o que pueda dialogar para llegar a consensos. Se trata, más bien, de relacionarnos con sinceridad y en la verdad, para que el vino que aporta cada encuentro, el vino de la paz, de la verdad, de la confianza, del descanso, de la humildad, pueda ser bebido en un encuentro de amor.